el autor y Kiyomi de Nakachi(+)
Por: Federico Nakachi Morimoto(*)
"Dios no podía estar en todos lados y por tanto, hizo a las Madres".
Rudyard Kipling, escritor británico,(1865-1936)
El segundo domingo de mayo, recordamos y rendimos homenaje
a un ser maravilloso, aquel que nos dio el ser, y nos acompañó o aún nos
acompaña a lo largo de nuestra
existencia: nuestra querida Madre.
Siempre discreta, sacrificada, sufriendo más de las veces y riendo otras, por las vicisitudes y logros de sus hijos.
Trabajando sin desmayo junto a nuestros padres, cuando se trataba de llevar el pan de cada día a nosotros, sus hijos. Llorando algunas veces en silencio y otras sin consuelo, por la pérdida de sus seres queridos.
Y, como ya lo he expresado otros años, pienso que cada uno de nosotros, tiene una historia que contar, sobre lo que ha significado en su vida, la autora de sus días, pero todos han de coincidir, en el gran amor y el consuelo que prodiga una madre.
En mi caso, mi madre Kiyomi, fue un ejemplo de trabajo laborioso, de perseverancia, de sacrificio. Siempre me alentó y acompañó en todos mis emprendimientos y supo encontrarle el lado positivo a la vida; aún en los momentos difíciles, y hasta el final de sus días, haciendo lo que más le gustaba: cultivando el canto, la danza, y muchas amistades. Ni que decir, de su pasión por la gastronomía. Pero también, en su momento, presidió Fujinkai, la muy querida institución femenina de nuestra colectividad nikkei, de importante rol, entre ellos, el de la solidaridad.
Cuando serví como Gobernador en el Distrito H-4, del Leonismo de Perú, mi madre estuvo junto a mí, para respaldarme en esta responsabilidad institucional, y continuó apoyándome moralmente, en los nuevos cargos que fui asumiendo, siendo muy querida por todos los Leones.
En nuestra Asociación Internacional de Clubes de Leones, las madres y esposas de nuestros Compañeros Leones, han sabido compartir su ternura, en las acciones de servicio a favor de los menos favorecidos, además del importante rol, que cumplen en el seno de su familia.
En estos días, de circunstancias difíciles para muchos compatriotas, las madres tienen que desplegar un mayor esfuerzo, utilizar más horas, estar fuera del hogar, buscando el pan de cada día, junto a sus esposos, pero siempre pendiente de sus hijos, dándoles ejemplo y formándolos con virtudes y valores.
Por ello, me inclino reverente ante las madres, especialmente en estos momentos, en los que, con su trabajo y dedicación, hacen grande a sus comunidades y a nuestra Patria, colaborando con el sustento del hogar, y forjando a las nuevas generaciones.
Permítanme terminar estas palabras, deseando de todo corazón ¡Que viva por siempre la madre!, con su eterna bondad, ternura, comprensión y respaldo. Pues madre solo hay una. De igual modo, invocando a sus hijos que jamás las sepulten en el profundo olvido.
Con este motivo, los invito a recorrer juntos el Camino a la Felicidad con Fe y Amor en el Servicio.
(*) Coordinador de la Fundación LCIF
Distrito H-4 Lions Clubs International