Por: Federico Nakachi Morimoto
“El mejor legado de un
padre a sus hijos es un poco de su tiempo cada día”. Anónimo
El Día del Padre, es una celebración en la cual se homenajea los padres. La
fecha en el que se cumple este acto, varía de acuerdo a cada país, y también
tomando en cuenta consideraciones religiosas o cívicas.
En Iberoamérica se sigue por lo general la
celebración establecida en los Estados Unidos, del tercer domingo de junio.
Según se menciona, la idea original fue de Sonora Smart Dodd, quien se basó en
la celebración del Día de la Madre, para homenajear a su padre, Henry Jackson
Smart, soldado de la guerra civil de su país, quien al enviudar asumió la
conducción de su hogar y crianza de sus hijos de manera ejemplar.
En el Perú, se sigue la tradición
estadounidense, y es así como los centros educativos, instituciones, centros
laborales y en el seno familiar se celebra este día tan especial.
El Día del padre, es en esencia un homenaje a
la paternidad, de quien no solo se esmera en atender las necesidades de
educación de sus hijos, de acuerdo a códigos de ética y valores, sino que él
mismo es ejemplo para ellos.
En estos días, ser padre conlleva a una gran
responsabilidad y en el mayor de los casos, a muchos sacrificios, por las
condiciones especiales en que vivimos no solo a nivel nacional sino mundial.
Pero, si se trata de la educación y formación de los hijos, esta tarea
actualmente es compartida en el hogar por padres y madres.
En mi caso, mi padre Masao Nakachi, nos
inculcó a todos sus hijos los principios y valores de la cultura japonesa,
especialmente la laboriosidad, honradez, perseverancia, amistad y el respeto
constante por nuestros adultos mayores, ya sea que fueran de nuestra
colectividad o de la sociedad en general. También nos incentivó a cultivar la
solidaridad y empatía, especialmente con los más vulnerables de la sociedad en
general. Esto último, me motivó a incursionar en el Leonismo, Movimiento
Internacional basado en el servicio a los más necesitados, y que propicia
generar un cambio en el mundo, haciéndolo más humano; así como el desarrollo de
las personas en un ambiente sostenible.
De mi padre tengo los mejores recuerdos y
enseñanzas, entre éstos, su pasión por la literatura, la música, el
aprendizaje de otros idiomas, la gastronomía. También nos enseñó a ganarnos el
pan de cada día de manera honrada, y en los negocios a cobrar siempre lo justo,
sin abusar del cliente. Esto ha sido una norma que conservo y práctico, pues
considero que es una de las maneras de honrar su memoria.
En nuestra colectividad llegó a presidir la
Sociedad Central Japonesa, y desde esa responsabilidad, se preocupó por
engrandecerla y propiciar futuros proyectos que permanezcan en el tiempo, tanto
en el campo de la salud, como en la asistencia social a los menos favorecidos,
a quienes apoyaba aún a costa de las dificultades que alguna vez el mismo
afrontó, pero de manera anónima, siendo coherente con su fe: “Lo que la mano
derecha de, que no lo sepa la izquierda”.
Asimismo, él fue uno de los promotores del
Taller de Pintura: “Camino a la Felicidad”, siendo su
primer alumno, y quien le dio tal denominación -dada su formación
religiosa-; tratando de llevar un mensaje subliminal a los adultos
mayores de nuestra colectividad nikkei: … que la
verdadera felicidad, se encuentra, no solo en el seno
del hogar, sino, también rodeado de buenos amigos y
haciendo lo que más nos gusta; especialmente aquello, que enriquece
el alma.
En el mes de junio, celebraremos el “Día del Padre”, y mi pensamiento estará con él, esperando me siga guiando por el Camino de la Felicidad con Fe y amor en el servicio.
(*) Ex Presidente del Consejo de Gobernadores
Distrito
Múltiple H-Perú
Lions
Clubs International
(Fuentes: Lions Clubs International, Internet, Foto: archivo Familiar Nakachi)